LAS PELEAS DE GALLOS
La afición a los gallos de pelea es tan popular como antigua. Esta afición se remontaría, según datos, al año 1283 a.C. Se cuenta que Alejandro Magno hacia apreciar a sus tropas una lid de gallos antes de ir a la guerra, como una arenga para que no desmayen en sus propósitos y que había que luchar y nunca rendirse.
Las peleas de toros en Arequipa Constituyen un aspecto esencial de la personalidad folklórica de este pueblo amante del trabajo, sensible a las manifestaciones artísticas y de rebelde espíritu ante las injusticias. En el fondo se trata de una fiesta popular que altera la monotonía de lo cotidiano y que además sirve para volcar refrenados sentimientos de identificación con el coraje.
Las peleas de toros en Arequipa Constituyen un aspecto esencial de la personalidad folklórica de este pueblo amante del trabajo, sensible a las manifestaciones artísticas y de rebelde espíritu ante las injusticias. En el fondo se trata de una fiesta popular que altera la monotonía de lo cotidiano y que además sirve para volcar refrenados sentimientos de identificación con el coraje.
CREENCIAS
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Es notable su acendrado fervor religioso hacia La
Virgen Santísima, palpable en sus antiguas advocaciones de la candelaria en
los santuarios de Cayma y Characato, así como a la patrona de la ciudad
Nuestra Señora de la Asunta en la catedral de la ciudad y la devoción a La
Virgen de Chapi en Polobaya quien se a convertido desde inicios de siglo xx
en símbolo de amor y fervor religioso a La Virgen María y en vinculo
unificador de los arequipeños. Entre sus devociones a Cristo destacan el Señor
de la Caridad quien es el patrón de la ciudad, El Señor del Gran Poder, Jesús
de la Sentencia y la devoción a la ilustre beata arequipeña Ana de los
Ángeles de Monteagudo
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VIRGEN DE CHAPI
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La veneración a la imagen de la
Santísima Virgen de Chapi es una de las devociones más fuertes en el sur del
Perú, esta imagen recordando la Purificación de la Virgen María es de factura
española y fue traída a este continente, probablemente, a principios del
siglo XVIII.
La devoción a la Virgen de Chapi es tan antigua como su origen, según una antigua historia fue la virgencita la que se dio el nombre de Chapi: la imagen estaba destinada a una iglesia de un pueblo cercano a Arequipa, y esta imagen era trasladada por una comitiva desde las costas hacia el lugar de destino a través de los áridos valles sureños, pues bien, en el camino la comitiva escuchó que las siguientes palabras provenían de la imagen "¡¡Chaypi, Chaypi!!", otros escucharon "¡Chajchay llallapi!" y otros "¡Chaj llallápi!", expresión que según los entendidos provienen del quechua y del aymara, lenguas que se hablan aún en el Perú, y que todas expresan más o menos lo mismo: "Aquicito nomás", "aquí, aquí", "aquí nomás" fueron entonces estas mismas personas los que dijeron que "la Virgen no sólo quiere quedarse aquí sino que se ha dado el nombre". Ésta es la razón por la cual el Santuario erigido en honor a esta imagen ha estado en medio de los cerros desérticos de la localidad de Chapi, a 60 km de la ciudad de Arequipa; hoy, a causa del terremoto sufrido en Arequipa en el año 2001 la imagen ha sido trasladada a la ciudad. A partir de ese momento probablemente se comenzó a conocer esta imagen con el nombre de la Virgen de Chapi. A esta imagen de Nuestra Señora el pueblo arequipeño la denomina "la mamita" de Chapi, en alusión al rol maternal de María con nosotros sus hijos. El 2 de febrero de 1985 el Santo Padre Juan Pablo II visitó la ciudad de Arequipa para coronar la imagen de la Virgen de Chapi, como recuerdo de su paso y luego de besar al niño y a María, el Santo Padre le dejó un rosario de recuerdo. Son muchos los milagros que se le atribuyen a "la mamita", desde diversas curaciones hasta hacer llover en tiempos de sequía. |
DANZAS Y BAILES
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Arequipa tiene una gran variedad de danzas y manifestaciones
musicales que se complementan con la vestimenta multicolor de los bailarines
y bailarinas. Las danzas más características son el Carnaval Arequipeño,
danza grupal típica de la celebración de los carnavales y del aniversario de
la fundación de la ciudad (15 de Agosto); el Yaraví de origen quechua y la
Pampeña considerada como el huayno primitivo, en el que los danzarines visten
de chacarero (Persona que trabaja y vive en una chacra o granja).
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Esta afición, con un
arraigo increíble pasó de pueblo a pueblo. Al Perú llegó en la Colonia y se
extendió por todo el Virreinato. El poeta José Gálvez en su libro, "Las
Calles de Lima" y "Los Meses del Año", recopila testimonios de
las peleas de gallos en la capital, oficializándose a principios del siglo XVII.
El arraigo fue tan grande en el ambiente provinciano y familiar que inspira a
Abraham Valdelomar a escribir "El Caballero Carmelo".
Arequipa no escapó a
su influencia convirtiéndola en una estampa costumbrista, que no podía faltar
al conmemorarse la fiesta del Santo Patrón del Pueblo. Pasaron los años y la
pelea de gallos se hace dominical y donde estos corajudos animalitos, con un
peso de 3 a 5 libras (1 kilo 360 gramos y 2 kilos 270 gramos aprox.),en la
actualidad pelean entre 10 a 12 minutos.
LAS
PELEAS DE TOROS
Las peleas de toros
de la llamada Ciudad Blanca por haber sido el sillar, espuma de la lava
volcánica, la materia prima de las edificaciones de sus casonas, templos y
conventos, son únicas en el mundo, aunque esta verdad no influye mayormente en
el espíritu de quienes se deleitan con su realización, sirven sin embargo de un
gran estímulo para cada día mejorar sus programaciones.
Nació esta fiesta de
la manera más espontánea, de los hombres laboriosos de su campiña hermosa y
otrora vasta, fecunda, lozana. Los campesinos solían recurrir a ella para
alternar sus largos días de agotadoras faenas de labranza con horas de emoción
y de euforia.
Hace muchísimos años
uno de esos pioneros, Guillermo Paucca, recorría chacra tras chacra,
solicitando la cooperación de sus dueños mediante el préstamo de siquiera un
toro a fin de organizar un programa de peleas entre astados.
Al descubrir la forma
como se embestían, estos toros seguían atados al yugo, pues esporádicamente
eran llevados al campo de combate.
Poco a poco se
fueron haciendo parte integrante de la vida del chacarero, quien recurrió a
ellos para celebrar con toda pompa el aniversario del distrito o de su pueblo o
la f fiesta del santo patrono de la comunidad. También recurrió a sus peleas
para animar fiestas populares de beneficio, como por ejemplo para recaudar
fondos destinados a la construcción de obras comunales.
El tractor desplazó
a los mansos bueyes y erigió en grandes toros como verdaderos gladiadores. Ya
no trabajaban, eran mantenidos en celo y sometidos a preparación f física antes
de cada contienda.
Los bañaban y hasta
les suministraban vitaminas. Uno de los toros más famosos ha sido
"Menelik". Fue un toro asesino pues ensartaba con sus astas a su
rival de tumo y lo levantaba en vilo, desgarrándole el cuello o la misma
cabeza.
Sus combates y su
fama han trascendido suelo nacional. Ellos, los cornúpetas, seguirán peleando
entre sí con toda fuerza pese a todo avance del progreso por su
"dama", una vaquillona.
El programa de
peleas de toros más importante tiene lugar el 15 de Agosto de todos los años,
por homenaje a la fundación española de Arequipa, realizada ese día de 1540. El
coso revienta de aficionados y de visitantes del país y del extranjero, siendo
también centro de las festividades de la mayoría de los distritos tales como:
Sabandía, Characato, Socabaya, Yumina, Tiabaya, etc.
AREQUIPA PICANTES Y PICANTERIAS
A mediados del siglo XX, establecidas tanto en
la ciudad como en los alrededores, las picanterías mantenían el sello
originario. “Son verdaderos restaurantes populares en los que la bebida es la
clásica chicha de Arequipa. El almuerzo y la merienda con un vaso de chicha
comporta 20 centavos cada uno”, reseña Alberto de Rivera.
En el otro extremo de la oferta culinaria
estaban restaurantes como el “Bar Botazz” (calle San Francisco), el “Salón
Centenario” y el “Café Roma” (ambos en la calle San Juan de Dios), y chifas como
el “Man Shang” y el “Gran Chifa Restaurante de Kuong Tong” (ambos en la
céntrica y bullente Mercaderes), además de pastelerías como “Esmeralda” y el
“Café Ritz”, localizadas las dos en San Agustín.
Avecindado desde tiempos inmemoriales
en Arequipa, el camarón de río (Cryphiops
caementarius) fue ganando prestigio en la mesa al tiempo que su
hábitat fue tomando progresiva distancia de la ciudad: costos del progreso, que
les dicen.
Al realzar la riqueza de las aguas del río
Chili, Ventura Travada y Córdova refería que hacia mediados del
siglo XVIII, en su recorrido desde Uchumayo hasta desembocar en el mar, entre
los antiguos puertos de Quilca y Aranta con el nombre de río Vítor, en él
había “los más regalados y grandes camarones”.
También era posible encontrar camarones en
el curso citadino de esas mismas aguas, como consigna Mateo Paz Soldán
alrededor de un siglo más tarde, pero los de Uchumayo eran “de una
desmesurada magnitud y excelentes al paladar”.
Nada señala que ya entonces se hiciera con
ellos lo que Mario Vargas Llosa define como“candentes
chupes en los que sobresalían unos monstruos crustáceos, de cáscara rojiza y
pinzas articuladas que me fascinaron“.